domingo, 11 de julio de 2021

Generalidades de las infecciones de transmisión sexual

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 Debido al impacto de las enfermedades causadas por las relaciones ecológicas, específicamente las provocadas por el parasitismo, estas serán el foco de nuestra atención inicialmente. Una enfermedad de transmisión sexual es aquella cuyo vector de transmisión es el acto sexual en cualquiera de sus formas, clásicamente también se las denomina enfermedades venéreas. El nombre de enfermedad venérea viene de Venus la diosa del deseo sexual y el amor, por lo que hace referencia a las enfermedades que se transmiten durante el coito vaginal, anal, bucal, o durante analigus “besar el ano del compañero sexual”. En esta definición también ingresan las enfermedades congénitas que son transmitidas de la madre al infante que sean causados por los agentes etiológicos transmitidos por el acto sexual.

En base al sistema taxonómico de Woese dos de los tres dominios de la vida poseen especies parasíticas involucradas en el acto sexual humano, estos son el domino eucariota y el dominio bacteria, adicionalmente los virus que no se clasifican al interior de los seres vivos “pero son una cosa muy próxima a la vida” también son una causa muy importante de enfermedades de transmisión sexual. En este orden de ideas el sistema clasificatorio para las enfermedades de transmisión sexual depende del tipo de ser vivo que lo provoca:

·       Enfermedades virales de transmisión sexual

·       Enfermedades bacterianas de transmisión sexual

·       Enfermedades eucariotas de transmisión sexual.

Al interior de los eucariotas se emplea la clasificación taxonómica de Wittaker para distinguir entre:

·       Enfermedades de transmisión sexual causadas por protozoos.

·       Enfermedades de transmisión sexual causadas por hongos.

·       Enfermedades de transmisión sexual causadas por metazoos.

De todas las enfermedades infecciosas que existen tal vez ninguna es comparable a las enfermedades de transmisión sexual en términos de lo que pueden llegar a decirnos sobre el comportamiento del ser humano. Una sociedad puede tener altos ideales y reglas a cerca del comportamiento sexual decoroso, pero la presencia de estas infecciones en la población siempre quita la máscara de hipocresía de cualquier sociedad. Las enfermedades de transmisión sexual siempre han existido en nuestra historia, en algunos momentos se han vuelto más importantes que en otros, pero lo que nos dice esto acerca del comportamiento humano sobre su sexualidad es universal, y no muy moral. El problema es que esta dualidad entre una hipocresía ideal y una realidad promiscua provoca un caos en el tratamiento de dichas enfermedades, los prestadores de salud no pueden asumir que los individuos se comportarán de forma virtuosa, y es por esta razón que los mecanismos de control de estas enfermedades como el condón deben ser reforzados. En los siguientes artículos expondremos algunos reportes de las ITSs en algunos momentos históricos de importancia.

El factor de riesgo más importante para la transmisión de cualquier ITS es sin duda la promiscuidad, la cual puede ser entendida de dos formas, ya sea mediante la realización de actos sexuales por fuera del matrimonio y el uso extendido de la prostitución ya sea religiosa “si, si la hubo de este tipo” o por dinero. El uso de prostitutas "de ambos sexos", y las violaciones pueden ser uno de los vectores principales para la transmisión de enfermedades de transmisión sexual en el mundo antiguo, especialmente gracias a los mercaderes viajeros o a los ejércitos en marcha. Debido a estos factores de riesgo, la descripción de ITSs con sintomatología similares a la gonorrea han sido descritas en textos médicos como el papiro de Ebers escrito en el año 1550 antes de Cristo. La biblia también describe algunos de sus síntomas en Levítico 15 2-33.

El papiro de Ebers.

Figura 1. El papiro de Ebers.

En cuanto a otras enfermedades el diagnostico puede ser complicado, los antiguos griegos y romanos describen pústulas o ulceras en las regiones genitales lo cual puede ser provocado por una amalgama de infeccionas, aunque en otras ocasiones es fácil reconocer las ITSs. Un caso es el de la escabiosis púbica causada por las ladillas, en este caso el síntoma típico es el prurito sin paralelo “picor, picor, picor”. En cualquier caso, la asociación del acto sexual con enfermedades relacionadas al tracto reproductor externo e interno ya era conocida por lo menos desde la antigüedad egipcia, la antigüedad del medio oriente y la antigüedad clásica.

Donde quiera que existan humanos, siempre han existido todo tipo de comportamientos sexuales consentidos, románticos, económicos e incluso violentos, y la China antigua no es la excepción. Las enfermedades de transmisión sexual del oriente antiguo eran las mismas que en occidente gracias a un aspecto muy fundamental, el comercio ya fuera por la ruta de la seda o por las rutas marítimas. En cada puerto del desierto o del mar entre China y Europa había burdeles y prostitutas que amenizaban el viaje de los hombres solitarios. Para la dinastía Tang “618-906” los médicos imperiales ya habían descrito con cierta precisión enfermedades como la Gonorrea. Sin embargo, no sería hasta la era del colonialismo europeo donde la prevalencia de las enfermedades de transmisión sexual se incrementaría de forma radical, siendo una de las enfermedades más importantes la sífilis.

La edad dorada del islam “900-1100 DC” no solo está determinada por importantes avances en matemáticas, ingeniería, alquimia o botánica, también por un marcado interés por la anatomía médica, la medicina y el estudio de las enfermedades infecciosas. Un ejemplo es Abu Ali al Hussein ibn Sina Avicenna reportó un tratamiento para la gonorrea en su tratado de medicina al-Qānūn fī’ţ-Ţibb. Al interior del contexto árabe, sabios judíos como Maimónides también describieron la gonorrea en términos de una descarga de fluidos del pene, sin erección o sensación de placer, relacionada con los excesos sexuales. Es probable que conocieran otras enfermedades “de hecho las mismas de los griegos de quienes tomaron las bases de sus ciencias”, pero como se ha mencionado antes, resulta difícil identificar una enfermedad por descripciones genéricas a menos que se trate de síntomas muy típicos.

Durante la edad media de Europa a pesar de lo que podría pensarse, las enfermedades de transmisión sexual continuaron siendo las mismas que las reportadas por los griegos e inclusive los egipcios como la gonorrea, la escabiosis y las verrugas vaginales. La prostitución y las violaciones por parte de los soldados durante las ocupaciones u conquistas militares continuaron siendo los principales vectores de diseminación, en últimas, el control religioso y la iglesia no cambiaron el modo en que se comportaban los humanos. De hecho, se tomaron medidas más pragmáticas que idealistas como impedir que las prostitutas infectadas con gonorrea prestaran sus servicios en las grandes plazas de Londres, Avignon y Hamburgo. Algunos naturalistas que reportan estas enfermedades fueron Roger de Solerno, William de Salicet, Juan de Gaddesden, Richard Wiseman y Jean Astruc.

El renacimiento nos demuestra que cualquier cambio en el conocimiento médico se encuentra permeado por la sociedad, la geopolítica y las fuerzas económicas tanto como por los descubrimientos intrínsecos de la medicina. El renacimiento inicia con múltiples eventos durante los siglos XIV y XV pero se tomará el descubrimiento de América como punto de referencia estándar. En este contexto la enfermedad venérea más importante es sin duda la sífilis, no solo por los debates a cerca de su origen, sino por la influencia que ejerció en la moralidad, la conducta sexual y las medidas sanitarias implementadas por los diferentes gobiernos.

El origen de la sífilis es altamente controversial estableciéndose dos hipótesis generales, el origen euroasiático y el origen americano. El origen euroasiático establece que la sífilis se originó en algún lugar del viejo mundo, siendo ya endémica en Europa antes de la invasión de Carlos VIII en 1494, y que con la licencia del ejército de mercenarios ese mismo año la enfermedad se dispersó por toda Europa. La hipótesis del origen americano establece que la sífilis es endémica de los indígenas americanos que fueron contactados por la invasión de España y Portugal durante el descubrimiento de América. Los marinos españoles al violar a las mujeres americanas contrajeron la enfermedad y la dispersaron en Europa en los primeros puertos con rameras que pudieron encontrar. Existe una gran cantidad de literatura científica que apoya o desmiente ambas hipótesis, así como terceras posturas que proponen un origen africano de la enfermedad, en cualquier caso, para el siglo XV la sífilis era el equivalente del SIDA en la actualidad, una enfermedad misteriosa e incurable con horribles síntomas.

Aparentemente los síntomas de la sífilis aguda durante la edad media eran más severos.

Figura 2. Aparentemente los síntomas de la sífilis aguda durante la edad media eran más severos.

Dejando de lado las controversias, la enfermedad se describe ya en 1495 en el libro conocido como la Dieta de los Gusanos, y originalmente se le dio el nombre de mal francés “Malum Francicium” mientras que en Francia era conocida como la enfermedad napolitana. Todos se echaban la culpa de la enfermedad y a pesar de las prescripciones morales de la iglesia, aparentemente la perspectiva de una muerte horrible no disminuyó en lo más mínimo el comportamiento sexual de los seres humanos. Para algunos la sífilis era una demostración de la ira de Dios y el castigo para la inmoralidad, e incluso se le fueron dadas explicaciones astrológicas. En cualquier caso, la sífilis del renacimiento era más virulenta que la actual, pues en su fase aguda podía generar laceraciones de la piel muy semejantes a las de la lepra –por no mencionar su ataque al hueso– y mientras que en la actualidad la fase aguda es rara vez mortal, en aquella época, pasar por la primera fase de la infección por sífilis y sobrevivir era ya un gran logro.

Los orígenes sexuales de la infección de la sífilis fueron identificados rápidamente y reportados crudamente por Andrew Boord en 1547 “cuando las personas pecan de lujuria los unos con los otros. Todos los órganos se vuelven infecciosos”. De hecho, la sífilis es la primera enfermedad que es catalogada como venérea “lues venérea”, término empleado por Jacques de Bethencourt de Rouen en 1527 refiriéndose a la sífilis. Se intentaron muchos tipos de medicamentos para tratar la sífilis incluyendo mercurio – si no lo mata la fase aguda de la sífilis, lo debería matar el mercurio, y de igual forma si no lo enloquece la fase crónica, lo vuelve loco el mercurio. Sin embargo, en una época sin antibióticos la única opción posible para la sífilis era la prevención, o el empleo de barreras, de hecho, los condones datan de esta época, aunque se podría cuestionar su eficacia dadas las limitaciones tecnológicas. En cualquier caso, ya para 1717 Daniel Turner aconseja el uso de condones para prevenir la sífilis.

Con el advenimiento del siglo XIX el estudio de las enfermedades infecciosas de transmisión sexual pasa a una etapa madura de investigación científica, especialmente gracias al nacimiento de la microbiología médica. Adicionalmente, el frente químico comenzó a mejorar gracias al descubrimiento de nuevos medicamentos que sometidos a las reglas de la investigación y el escrutinio científico dio buenos resultados, aunque con efectos secundarios inconvenientes. Con el cambio de siglo la gran mayoría de las ITSs causadas por bacterias serian controladas gracias al descubrimiento de la penicilina, sin embargo, todos estos temas serán discutidos con mayor profundidad en los siguientes artículos, al igual que uno de los problemas más graves que puede afrontar la investigación en este campo y es el negacionismo.

 

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