(Ciencias de Joseleg)(Biología)(Reproducción en los seres
vivos)( Enfermedades reproductivas) (Introducción)(Generalidades)(Introducción
al VIH)(Etapas
de la infección por VIH)(Virus
oportunistas)(Bacterias
oportunistas)(Protistos
oportunistas)(Hongos
oportunistas)(Otros
síntomas del SIDA)(Transmisión
y contagio)(SIDA
infantil)(Taxonomía)(Genética)(Como
ingresa el VIH al cuerpo, tropismo)(Respuesta
inmune)(Ciclo
de vida del VIH)(Diversidad
y adaptabilidad del VIH)(Diagnostico)(Efecto
del VIH en el sistema inmune)(Prevención,
tratamiento y epidemiología del VIH)(Descubrimiento
del VIH y el SIDA)(VIH,
historia y sociedad)(Controversias
sociales y negacionismo del VIH y el SIDA)(Algunas
infecciones de transmisión sexual)(Desordenes
reproductivos masculinos)(Desordenes
reproductivos femeninos)(Referencias
bibliográficas)
Debido al impacto de las enfermedades causadas por las relaciones ecológicas, específicamente las provocadas por el parasitismo, estas serán el foco de nuestra atención inicialmente. Una enfermedad de transmisión sexual es aquella cuyo vector de transmisión es el acto sexual en cualquiera de sus formas, clásicamente también se las denomina enfermedades venéreas. El nombre de enfermedad venérea viene de Venus la diosa del deseo sexual y el amor, por lo que hace referencia a las enfermedades que se transmiten durante el coito vaginal, anal, bucal, o durante analigus “besar el ano del compañero sexual”. En esta definición también ingresan las enfermedades congénitas que son transmitidas de la madre al infante que sean causados por los agentes etiológicos transmitidos por el acto sexual.
En base
al sistema taxonómico de Woese dos de los tres dominios de la vida poseen
especies parasíticas involucradas en el acto sexual humano, estos son el domino
eucariota y el dominio bacteria, adicionalmente los virus que no se clasifican
al interior de los seres vivos “pero son una cosa muy próxima a la vida”
también son una causa muy importante de enfermedades de transmisión sexual. En
este orden de ideas el sistema clasificatorio para las enfermedades de
transmisión sexual depende del tipo de ser vivo que lo provoca:
·
Enfermedades virales de transmisión sexual
·
Enfermedades bacterianas de transmisión sexual
·
Enfermedades eucariotas de transmisión sexual.
Al
interior de los eucariotas se emplea la clasificación taxonómica de Wittaker
para distinguir entre:
·
Enfermedades de transmisión sexual causadas por protozoos.
·
Enfermedades de transmisión sexual causadas por hongos.
·
Enfermedades de transmisión sexual causadas por metazoos.
De
todas las enfermedades infecciosas que existen tal vez ninguna es comparable a
las enfermedades de transmisión sexual en términos de lo que pueden llegar a
decirnos sobre el comportamiento del ser humano. Una sociedad puede tener altos
ideales y reglas a cerca del comportamiento sexual decoroso, pero la presencia
de estas infecciones en la población siempre quita la máscara de hipocresía de
cualquier sociedad. Las enfermedades de transmisión sexual siempre han existido
en nuestra historia, en algunos momentos se han vuelto más importantes que en
otros, pero lo que nos dice esto acerca del comportamiento humano sobre su
sexualidad es universal, y no muy moral. El problema es que esta dualidad entre
una hipocresía ideal y una realidad promiscua provoca un caos en el tratamiento
de dichas enfermedades, los prestadores de salud no pueden asumir que los
individuos se comportarán de forma virtuosa, y es por esta razón que los
mecanismos de control de estas enfermedades como el condón deben ser
reforzados. En los siguientes artículos expondremos algunos reportes de las
ITSs en algunos momentos históricos de importancia.
El
factor de riesgo más importante para la transmisión de cualquier ITS es sin
duda la promiscuidad, la cual puede ser entendida de dos formas, ya sea
mediante la realización de actos sexuales por fuera del matrimonio y el uso
extendido de la prostitución ya sea religiosa “si, si la hubo de este tipo” o
por dinero. El uso de prostitutas "de ambos sexos", y las violaciones
pueden ser uno de los vectores principales para la transmisión de enfermedades
de transmisión sexual en el mundo antiguo, especialmente gracias a los
mercaderes viajeros o a los ejércitos en marcha. Debido a estos factores de
riesgo, la descripción de ITSs con sintomatología similares a la gonorrea han
sido descritas en textos médicos como el papiro de Ebers escrito en el año 1550
antes de Cristo. La biblia también describe algunos de sus síntomas en Levítico
15 2-33.
Figura 1. El papiro de Ebers.
En
cuanto a otras enfermedades el diagnostico puede ser complicado, los antiguos
griegos y romanos describen pústulas o ulceras en las regiones genitales lo
cual puede ser provocado por una amalgama de infeccionas, aunque en otras
ocasiones es fácil reconocer las ITSs. Un caso es el de la escabiosis púbica
causada por las ladillas, en este caso el síntoma típico es el prurito sin paralelo
“picor, picor, picor”. En cualquier caso, la asociación del acto sexual con
enfermedades relacionadas al tracto reproductor externo e interno ya era
conocida por lo menos desde la antigüedad egipcia, la antigüedad del medio
oriente y la antigüedad clásica.
Donde
quiera que existan humanos, siempre han existido todo tipo de comportamientos
sexuales consentidos, románticos, económicos e incluso violentos, y la China
antigua no es la excepción. Las enfermedades de transmisión sexual del oriente
antiguo eran las mismas que en occidente gracias a un aspecto muy fundamental,
el comercio ya fuera por la ruta de la seda o por las rutas marítimas. En cada
puerto del desierto o del mar entre China y Europa había burdeles y prostitutas
que amenizaban el viaje de los hombres solitarios. Para la dinastía Tang
“618-906” los médicos imperiales ya habían descrito con cierta precisión
enfermedades como la Gonorrea. Sin embargo, no sería hasta la era del
colonialismo europeo donde la prevalencia de las enfermedades de transmisión
sexual se incrementaría de forma radical, siendo una de las enfermedades más
importantes la sífilis.
La edad
dorada del islam “900-1100 DC” no solo está determinada por importantes avances
en matemáticas, ingeniería, alquimia o botánica, también por un marcado interés
por la anatomía médica, la medicina y el estudio de las enfermedades
infecciosas. Un ejemplo es Abu Ali al Hussein ibn Sina Avicenna reportó un
tratamiento para la gonorrea en su tratado de medicina al-Qānūn fī’ţ-Ţibb. Al interior del contexto árabe, sabios judíos
como Maimónides también describieron la gonorrea en términos de una descarga de
fluidos del pene, sin erección o sensación de placer, relacionada con los
excesos sexuales. Es probable que conocieran otras enfermedades “de hecho las
mismas de los griegos de quienes tomaron las bases de sus ciencias”, pero como
se ha mencionado antes, resulta difícil identificar una enfermedad por
descripciones genéricas a menos que se trate de síntomas muy típicos.
Durante
la edad media de Europa a pesar de lo que podría pensarse, las enfermedades de
transmisión sexual continuaron siendo las mismas que las reportadas por los
griegos e inclusive los egipcios como la gonorrea, la escabiosis y las verrugas
vaginales. La prostitución y las violaciones por parte de los soldados durante
las ocupaciones u conquistas militares continuaron siendo los principales
vectores de diseminación, en últimas, el control religioso y la iglesia no
cambiaron el modo en que se comportaban los humanos. De hecho, se tomaron
medidas más pragmáticas que idealistas como impedir que las prostitutas
infectadas con gonorrea prestaran sus servicios en las grandes plazas de
Londres, Avignon y Hamburgo. Algunos naturalistas que reportan estas
enfermedades fueron Roger de Solerno, William de Salicet, Juan de Gaddesden,
Richard Wiseman y Jean Astruc.
El
renacimiento nos demuestra que cualquier cambio en el conocimiento médico se
encuentra permeado por la sociedad, la geopolítica y las fuerzas económicas
tanto como por los descubrimientos intrínsecos de la medicina. El renacimiento
inicia con múltiples eventos durante los siglos XIV y XV pero se tomará el
descubrimiento de América como punto de referencia estándar. En este contexto
la enfermedad venérea más importante es sin duda la sífilis, no solo por los
debates a cerca de su origen, sino por la influencia que ejerció en la
moralidad, la conducta sexual y las medidas sanitarias implementadas por los diferentes
gobiernos.
El
origen de la sífilis es altamente controversial estableciéndose dos hipótesis
generales, el origen euroasiático y el origen americano. El origen euroasiático
establece que la sífilis se originó en algún lugar del viejo mundo, siendo ya
endémica en Europa antes de la invasión de Carlos VIII en 1494, y que con la
licencia del ejército de mercenarios ese mismo año la enfermedad se dispersó
por toda Europa. La hipótesis del origen americano establece que la sífilis es
endémica de los indígenas americanos que fueron contactados por la invasión de
España y Portugal durante el descubrimiento de América. Los marinos españoles
al violar a las mujeres americanas contrajeron la enfermedad y la dispersaron
en Europa en los primeros puertos con rameras que pudieron encontrar. Existe
una gran cantidad de literatura científica que apoya o desmiente ambas
hipótesis, así como terceras posturas que proponen un origen africano de la
enfermedad, en cualquier caso, para el siglo XV la sífilis era el equivalente
del SIDA en la actualidad, una enfermedad misteriosa e incurable con horribles
síntomas.
Figura 2. Aparentemente los síntomas de la sífilis aguda durante la edad
media eran más severos.
Dejando
de lado las controversias, la enfermedad se describe ya en 1495 en el libro
conocido como la Dieta de los Gusanos, y originalmente se le dio el nombre de mal
francés “Malum Francicium” mientras que en Francia era conocida como la enfermedad
napolitana. Todos se echaban la culpa de la enfermedad y a pesar de las
prescripciones morales de la iglesia, aparentemente la perspectiva de una
muerte horrible no disminuyó en lo más mínimo el comportamiento sexual de los
seres humanos. Para algunos la sífilis era una demostración de la ira de Dios y
el castigo para la inmoralidad, e incluso se le fueron dadas explicaciones
astrológicas. En cualquier caso, la sífilis del renacimiento era más virulenta
que la actual, pues en su fase aguda podía generar laceraciones de la piel muy
semejantes a las de la lepra –por no mencionar su ataque al hueso– y mientras
que en la actualidad la fase aguda es rara vez mortal, en aquella época, pasar
por la primera fase de la infección por sífilis y sobrevivir era ya un gran
logro.
Los
orígenes sexuales de la infección de la sífilis fueron identificados
rápidamente y reportados crudamente por Andrew Boord en 1547 “cuando las
personas pecan de lujuria los unos con los otros. Todos los órganos se vuelven
infecciosos”. De hecho, la sífilis es la primera enfermedad que es catalogada
como venérea “lues venérea”, término
empleado por Jacques de Bethencourt de Rouen en 1527 refiriéndose a la sífilis.
Se intentaron muchos tipos de medicamentos para tratar la sífilis incluyendo
mercurio – si no lo mata la fase aguda de la sífilis, lo debería matar el
mercurio, y de igual forma si no lo enloquece la fase crónica, lo vuelve loco
el mercurio. Sin embargo, en una época sin antibióticos la única opción posible
para la sífilis era la prevención, o el empleo de barreras, de hecho, los
condones datan de esta época, aunque se podría cuestionar su eficacia dadas las
limitaciones tecnológicas. En cualquier caso, ya para 1717 Daniel Turner
aconseja el uso de condones para prevenir la sífilis.
Con el
advenimiento del siglo XIX el estudio de las enfermedades infecciosas de
transmisión sexual pasa a una etapa madura de investigación científica,
especialmente gracias al nacimiento de la microbiología médica. Adicionalmente,
el frente químico comenzó a mejorar gracias al descubrimiento de nuevos
medicamentos que sometidos a las reglas de la investigación y el escrutinio
científico dio buenos resultados, aunque con efectos secundarios
inconvenientes. Con el cambio de siglo la gran mayoría de las ITSs causadas por
bacterias serian controladas gracias al descubrimiento de la penicilina, sin
embargo, todos estos temas serán discutidos con mayor profundidad en los
siguientes artículos, al igual que uno de los problemas más graves que puede
afrontar la investigación en este campo y es el negacionismo.
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