domingo, 11 de julio de 2021

Introducción al VIH

(Ciencias de Joseleg)(Biología)(Reproducción en los seres vivos)( Enfermedades reproductivas) (Introducción)(Generalidades)(Introducción al VIH)(Etapas de la infección por VIH)(Virus oportunistas)(Bacterias oportunistas)(Protistos oportunistas)(Hongos oportunistas)(Otros síntomas del SIDA)(Transmisión y contagio)(SIDA infantil)(Taxonomía)(Genética)(Como ingresa el VIH al cuerpo, tropismo)(Respuesta inmune)(Ciclo de vida del VIH)(Diversidad y adaptabilidad del VIH)(Diagnostico)(Efecto del VIH en el sistema inmune)(Prevención, tratamiento y epidemiología del VIH)(Descubrimiento del VIH y el SIDA)(VIH, historia y sociedad)(Controversias sociales y negacionismo del VIH y el SIDA)(Algunas infecciones de transmisión sexual)(Desordenes reproductivos masculinos)(Desordenes reproductivos femeninos)(Referencias bibliográficas)

 
 

Los virus se encuentran en el limbo de lo vivo y lo no vivo, siendo de las estructuras más difíciles de identificar en un aislamiento tratando de seguir las reglas de Koch. Adicionalmente la mayoría de los virus son semejantes en estructuras, por lo que es poco relevante aislar la imagen de agente etiológico, pues una misma estructura puede ser presentada por muchos virus semejantes. Los virus pueden clasificarse en varias categorías dependiendo del material genético presente al interior de su cascarón de proteína llamada cápside, algunas veces puede ser ADN otras ARN. En la actualidad muchos virus se reconocen mediante la presencia de anticuerpos en suero que son específicos contra ellos, además la presencia de su material genético, con lo cual se pueden realizar estudios de parentesco “filogenética” con lo cual se los puede clasificar naturalmente “taxonomía-filogenética”.

¿Por qué hablamos de los virus? O más precisamente ¿por qué nos enfocaremos tanto en el Virus de la Inmunodeficiencia Humana VIH en este capítulo sobre las enfermedades del sistema reproductivo? La razón más importante radica en que este virus no causa una enfermedad en sí misma, sino un conjunto de enfermedades, que normalmente son TODAS LAS DEMAS infecciones de transmisión sexual “ITS” que afectan inicialmente al sistema reproductivo. Por ende, a través del estudio del VIH veremos a las otras ITS, así como conceptos asociados al sistema reproductor, al sistema inmune, la evolución y la sociedad misma.

Existe una enorme cantidad de información y desinformación a cerca del Síndrome de Inmuno-Deficiencia Adquirida SIDA a través de toda la red, de hecho si usted busca documentales en youtube es más probable que encuentre aquellos relacionados con teorías conspiranóicas (Leung, 2009) que con un documental que describa de forma efectiva la virología, patología, epidemiología y prevención sobre esta terrible enfermedad.

Si bien es cierto que existe cierto debate al interior de las comunidades científicas el asunto es que ese es el estado de normalidad en las ciencias naturales (Fenstermacher, 1994; Sfard, 1998; Songer & Linn, 1991; Yager, 1996), los científicos disienten unos de otros sobre las teorías que explican los fenómenos, sin embargo cabe preguntarse si una controversia que ha ido superándose desde los años 90 del siglo XX debería afectar a las políticas públicas de salud. En la siguiente serie de artículos trabajaremos el problema del SIDA con algo de profundidad, especialmente su patogénesis celular y su taxonomía evolutiva, esta última puede dar luces sobre la historia que el virus pudo haber realizado en nuestra propia especie.

VIH y SIDA a pesar de ser acrónimos conectados no son lo mismo, VIH es el agente etiológico y SIDA es la sintomatología. VIH significa Virus de InmunoDeficiencia Humano, mientras que SIDA significa Síndrome de InmunoDeficiencia Adquirida (Gross & Tyring, 2011; Knipe & Howley, 2013; Roitt & Delves, 2011). Esta distinción se debe a que no todas las deficiencias del sistema inmunitario son adquiridas, algunas son causadas por factores genéticos intrínsecos al organismo (Hong, 1998; Krueger, Friedman, & Kuta, 2013). En cualquier caso, SIDA tampoco es una enfermedad, al menos no una enfermedad única, se trata de un coctel de enfermedades que atacan al individuo con un sistema inmune debilitado en uno solo de sus tipos de célula, pero lo suficientemente importante como para dejar inactivo al resto (Gross & Tyring, 2011; Knipe & Howley, 2013; Roitt & Delves, 2011)..

El VIH no es un virus mortal en sí mismo (Amwata, 2015; Nitheshkumar, Kiranmai, & Chandrasekhar, 2013), matar un linaje específico del sistema inmunitario ciertamente no afecta la viabilidad del metabolismo, pero si hace que cualquier microorganismo comensalita que se encuentra normalmente en el cuerpo se convierta en un agente etiológico mortal.

Cando estudias la historia de la genética una de las controversias más álgidas es sin duda el debate entre lo heredado y lo adquirido, resulta irónico que tal debate pueda trasladarse también a la medicina. En base a los postulados de Koch (Breitschwerdt et al., 2013; Byrd & Segre, 2016) uno espera que las enfermedades infecciosas obedezcan al espectro de lo adquirido, es decir una enfermedad infecciosa es una condición que emerge de la adquisición se un microorganismo mediante la relación de parasitismo que causa una enfermedad.

Sin embargo, en términos generales para cualquier enfermedad, los postulados de Koch no siempre se cumplen, es decir existen individuos que portan los agentes etiológicos, pero que no experimentan enfermedad, y allí vuelve a jugar el debate entre lo heredado y lo adquirido. Los pacientes asintomáticos pueden serlo porque naturalmente son mutantes con un sistema inmune con una variación natural, que les permite responder a la infección y mantenerla bajo control transformando al parasito en un comensal (Casadevall & Pirofski, 2015; Méthot & Alizon, 2014). Esta fluidez de la relación de simbiosis parasítica a una simbiosis comensalista está reportada para muchos seres vivos (Furness, 2012; Méthot & Alizon, 2014; Parmentier & Michel, 2013; Thompson, Nuismer, & Gomulkiewicz, 2002; Werren, Baldo, & Clark, 2008). De hecho, existen falsas simbiosis mutualistas en las que el parasito destruye una función del hospedero para luego el poderla realizar (Flegr, 2006).

Sin embargo, usted puede omitir la parte adquirida y argumentar que la resistencia a la enfermedad se debe a que el individuo se encuentra bien alimentado, vive en un amiente sin toxinas ambientales y realiza sus adecuados ejercicios. En cualquiera de los casos, la enfermedad es un fenómeno muy complejo en el cual el agente etiológico depende de factores intrínsecos de su anfitrión, así como de factores extrínsecos como la alimentación, el punto es que esto es cierto para todas las enfermedades, no solo para el coctel de enfermedades generado por el VIH, encontrar un individuo asintomático o inmune aunque sea sero-positivo, solo nos dice que ese individuo presenta una inmunidad natural, y ha convertido un parásito en un comensal, pero no nos dice nada sobre el comportamiento de ese mismo agente a nivel de una población grande, llena de otros individuos incapaces de controlarlo.

No puede esperarse que la tasa de mortalidad de ninguna enfermedad sea de 100% o 0%, como todo fenómeno multifactorial la potencia se describe en torno a una gradualidad darwiniana, un espectro continuo desde la muerte a la carencia de los síntomas (Casadevall & Pirofski, 2000, 2015).

Virulencia. Por lo general la virulencia y la morbilidad son inversamente proporcionales (Casadevall & Pirofski, 2000, 2015), a mayor virulencia menos probabilidad de contagio, y viceversa.

Figura 3. Virulencia. Por lo general la virulencia y la morbilidad son inversamente proporcionales (Casadevall & Pirofski, 2000, 2015), a mayor virulencia menos probabilidad de contagio, y viceversa.

Toda población darwiniana experimenta la enfermedad de cualquier tipo en base a este espectro en el que algunos mueren, otros experimentan los síntomas con más fuerza y otros se recuperan rápidamente sin mayores cuidados. Incluso enfermedades tan famosas y mortíferas como la viruela, el ébola o la peste negra, dejaban a su paso individuos que soportaban los síntomas con menor intensidad o nula intensidad (Lederberg, 1997).

Por esta razón en epidemiologia médica se establecen dos conceptos que obedecen a la idea básica darwiniana de una variación continua, la virulencia y la morbilidad. La morbilidad es la tasa con la cual un agente infeccioso se disemina en una población y puede ser entendida en términos de velocidad de propagación (Casadevall & Pirofski, 2000, 2015). Esta velocidad de propagación cambia dependiendo de la población afectada de forma continua y gradual. La virulencia es la potencia de los síntomas y su mortalidad. Ninguna enfermedad ha demostrado poseer una virulencia del 100% y el síndrome generado por el VIH no es la excepción.

El Ébola es muy virulento. Aun virus con altísima virulencia como el ébola raras veces sobrepasan el 90%, siempre en toda población darwiniana hay mutantes inmunes espontáneos.

Figura 4. El Ébola es muy virulento. Aun virus con altísima virulencia como el ébola raras veces sobrepasan el 90%, siempre en toda población darwiniana hay mutantes inmunes espontáneos.

Las enfermedades infecciosas pueden pasar por dos etapas sintomatológicas de denominadas etapa aguda y etapa crónica (Soler, 2012). La etapa aguda se genera unos cuantos días o semanas después de que el agente etiológico ingresa al organismo, nuevamente el tiempo que se registra para cualquier enfermedad es un promedio con una variabilidad continua de corte darwiniano.

Esta etapa aguda se caracteriza por una mezcla de síntomas creados por el agente etiológico y otros causados por el cuerpo humano.  Los síntomas intrínsecos generalmente no son específicos y no permiten un diagnóstico, todos los hemos sentidos y los llamamos comúnmente como gripa. Muchas enfermedades virales, bacterianas o causadas por protozoos pueden desencadenar los síntomas inespecíficos de la gripa y nosotros los pasaremos de largo como una simple gripa. En casos raros mezclados con los síntomas inespecíficos pueden presentarse los síntomas propios de la enfermedad como en el caso de la varicela, el sarampión o las paperas.

Una  infección crónica es aquella serie de síntomas que se dilatan en el tiempo afectando la calidad de vida del paciente y pueden llegar a matarlo, ejemplos de este tipo de infecciones son la tripanosomiasis o el coctel de enfermedades generados por el VIH (Soler, 2012). Las infecciones crónicas requieren dos requisitos, el primero es que el paciente sobreviva a la etapa aguda y la segunda que el agente etiológico logre acostumbrarse al sistema inmune de su anfitrión y logre entablar un estado semicomensal/semiparasítico, es decir que, al vivir en el cuerpo, aunque debilite a su anfitrión no lo mate.

Las infecciones crónicas tienden a tener síntomas más específicos y son muy difíciles de tratar, ya que sus síntomas generalmente se manifiestan cuando ya se ha realizado un daño muy fuerte a los tejidos del hospedero, el ejemplo típico es la fase neuronal de la sífilis que puede acarrear locura. Aunque el paciente se cure de las espiroquetas, su sistema nervioso no se recuperará nunca.

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