(Ciencias de Joseleg)(Biología)(Reproducción en los seres
vivos)( Enfermedades reproductivas) (Introducción)(Generalidades)(Introducción
al VIH)(Etapas
de la infección por VIH)(Virus
oportunistas)(Bacterias
oportunistas)(Protistos
oportunistas)(Hongos
oportunistas)(Otros
síntomas del SIDA)(Transmisión
y contagio)(SIDA
infantil)(Taxonomía)(Genética)(Como
ingresa el VIH al cuerpo, tropismo)(Respuesta
inmune)(Ciclo
de vida del VIH)(Diversidad
y adaptabilidad del VIH)(Diagnostico)(Efecto
del VIH en el sistema inmune)(Prevención,
tratamiento y epidemiología del VIH)(Descubrimiento
del VIH y el SIDA)(VIH,
historia y sociedad)(Controversias
sociales y negacionismo del VIH y el SIDA)(Algunas
infecciones de transmisión sexual)(Desordenes
reproductivos masculinos)(Desordenes
reproductivos femeninos)(Referencias
bibliográficas)
Los virus se encuentran en el limbo de lo vivo y lo no vivo, siendo de las estructuras más difíciles de identificar en un aislamiento tratando de seguir las reglas de Koch. Adicionalmente la mayoría de los virus son semejantes en estructuras, por lo que es poco relevante aislar la imagen de agente etiológico, pues una misma estructura puede ser presentada por muchos virus semejantes. Los virus pueden clasificarse en varias categorías dependiendo del material genético presente al interior de su cascarón de proteína llamada cápside, algunas veces puede ser ADN otras ARN. En la actualidad muchos virus se reconocen mediante la presencia de anticuerpos en suero que son específicos contra ellos, además la presencia de su material genético, con lo cual se pueden realizar estudios de parentesco “filogenética” con lo cual se los puede clasificar naturalmente “taxonomía-filogenética”.
¿Por
qué hablamos de los virus? O más precisamente ¿por qué nos enfocaremos tanto en
el Virus de la Inmunodeficiencia Humana VIH en este capítulo sobre las
enfermedades del sistema reproductivo? La razón más importante radica en que
este virus no causa una enfermedad en sí misma, sino un conjunto de
enfermedades, que normalmente son TODAS LAS DEMAS infecciones de transmisión
sexual “ITS” que afectan inicialmente al sistema reproductivo. Por ende, a
través del estudio del VIH veremos a las otras ITS, así como conceptos
asociados al sistema reproductor, al sistema inmune, la evolución y la sociedad
misma.
Existe
una enorme cantidad de información y desinformación a cerca del Síndrome de
Inmuno-Deficiencia Adquirida SIDA a través de toda la red, de hecho si usted
busca documentales en youtube es más probable que encuentre aquellos
relacionados con teorías conspiranóicas (Leung,
2009) que con un documental que
describa de forma efectiva la virología, patología, epidemiología y prevención
sobre esta terrible enfermedad.
Si bien
es cierto que existe cierto debate al interior de las comunidades científicas
el asunto es que ese es el estado de normalidad en las ciencias naturales (Fenstermacher,
1994; Sfard, 1998; Songer & Linn, 1991; Yager, 1996), los científicos disienten unos
de otros sobre las teorías que explican los fenómenos, sin embargo cabe
preguntarse si una controversia que ha ido superándose desde los años 90 del
siglo XX debería afectar a las políticas públicas de salud. En la siguiente
serie de artículos trabajaremos el problema del SIDA con algo de profundidad,
especialmente su patogénesis celular y su taxonomía evolutiva, esta última
puede dar luces sobre la historia que el virus pudo haber realizado en nuestra
propia especie.
VIH y
SIDA a pesar de ser acrónimos conectados no son lo mismo, VIH es el agente
etiológico y SIDA es la sintomatología. VIH significa Virus de
InmunoDeficiencia Humano, mientras que SIDA significa Síndrome de
InmunoDeficiencia Adquirida (Gross
& Tyring, 2011; Knipe & Howley, 2013; Roitt & Delves, 2011). Esta distinción se debe a que
no todas las deficiencias del sistema inmunitario son adquiridas, algunas son
causadas por factores genéticos intrínsecos al organismo (Hong,
1998; Krueger, Friedman, & Kuta, 2013). En cualquier caso, SIDA
tampoco es una enfermedad, al menos no una enfermedad única, se trata de un
coctel de enfermedades que atacan al individuo con un sistema inmune debilitado
en uno solo de sus tipos de célula, pero lo suficientemente importante como
para dejar inactivo al resto (Gross
& Tyring, 2011; Knipe & Howley, 2013; Roitt & Delves, 2011)..
El VIH
no es un virus mortal en sí mismo (Amwata,
2015; Nitheshkumar, Kiranmai, & Chandrasekhar, 2013), matar un linaje específico del
sistema inmunitario ciertamente no afecta la viabilidad del metabolismo, pero
si hace que cualquier microorganismo comensalita que se encuentra normalmente
en el cuerpo se convierta en un agente etiológico mortal.
Cando
estudias la historia de la genética una de las controversias más álgidas es sin
duda el debate entre lo heredado y lo adquirido, resulta irónico que tal debate
pueda trasladarse también a la medicina. En base a los postulados de Koch (Breitschwerdt
et al., 2013; Byrd & Segre, 2016) uno espera que las enfermedades
infecciosas obedezcan al espectro de lo adquirido, es decir una enfermedad
infecciosa es una condición que emerge de la adquisición se un microorganismo
mediante la relación de parasitismo que causa una enfermedad.
Sin
embargo, en términos generales para cualquier enfermedad, los postulados de
Koch no siempre se cumplen, es decir existen individuos que portan los agentes
etiológicos, pero que no experimentan enfermedad, y allí vuelve a jugar el
debate entre lo heredado y lo adquirido. Los pacientes asintomáticos pueden
serlo porque naturalmente son mutantes con un sistema inmune con una variación
natural, que les permite responder a la infección y mantenerla bajo control
transformando al parasito en un comensal (Casadevall
& Pirofski, 2015; Méthot & Alizon, 2014). Esta fluidez de la relación de
simbiosis parasítica a una simbiosis comensalista está reportada para muchos
seres vivos (Furness, 2012; Méthot & Alizon, 2014; Parmentier
& Michel, 2013; Thompson, Nuismer, & Gomulkiewicz, 2002; Werren, Baldo,
& Clark, 2008). De hecho,
existen falsas simbiosis mutualistas en las que el parasito destruye una
función del hospedero para luego el poderla realizar (Flegr,
2006).
Sin
embargo, usted puede omitir la parte adquirida y argumentar que la resistencia
a la enfermedad se debe a que el individuo se encuentra bien alimentado, vive
en un amiente sin toxinas ambientales y realiza sus adecuados ejercicios. En
cualquiera de los casos, la enfermedad es un fenómeno muy complejo en el cual
el agente etiológico depende de factores intrínsecos de su anfitrión, así como
de factores extrínsecos como la alimentación, el punto es que esto es cierto
para todas las enfermedades, no solo para el coctel de enfermedades generado
por el VIH, encontrar un individuo asintomático o inmune aunque sea
sero-positivo, solo nos dice que ese individuo presenta una inmunidad natural,
y ha convertido un parásito en un comensal, pero no nos dice nada sobre el
comportamiento de ese mismo agente a nivel de una población grande, llena de
otros individuos incapaces de controlarlo.
No
puede esperarse que la tasa de mortalidad de ninguna enfermedad sea de 100% o
0%, como todo fenómeno multifactorial la potencia se describe en torno a una
gradualidad darwiniana, un espectro continuo desde la muerte a la carencia de
los síntomas (Casadevall
& Pirofski, 2000, 2015).
Figura 3. Virulencia. Por lo general la
virulencia y la morbilidad son inversamente proporcionales (Casadevall & Pirofski, 2000,
2015), a mayor virulencia menos probabilidad de contagio, y viceversa.
Toda
población darwiniana experimenta la enfermedad de cualquier tipo en base a este
espectro en el que algunos mueren, otros experimentan los síntomas con más
fuerza y otros se recuperan rápidamente sin mayores cuidados. Incluso
enfermedades tan famosas y mortíferas como la viruela, el ébola o la peste
negra, dejaban a su paso individuos que soportaban los síntomas con menor
intensidad o nula intensidad (Lederberg,
1997).
Por esta razón en epidemiologia médica se establecen dos conceptos que obedecen a la idea básica darwiniana de una variación continua, la virulencia y la morbilidad. La morbilidad es la tasa con la cual un agente infeccioso se disemina en una población y puede ser entendida en términos de velocidad de propagación (Casadevall & Pirofski, 2000, 2015). Esta velocidad de propagación cambia dependiendo de la población afectada de forma continua y gradual. La virulencia es la potencia de los síntomas y su mortalidad. Ninguna enfermedad ha demostrado poseer una virulencia del 100% y el síndrome generado por el VIH no es la excepción.
Figura 4. El Ébola es muy virulento. Aun virus con altísima virulencia como
el ébola raras veces sobrepasan el 90%, siempre en toda población darwiniana
hay mutantes inmunes espontáneos.
Las
enfermedades infecciosas pueden pasar por dos etapas sintomatológicas de
denominadas etapa aguda y etapa crónica (Soler,
2012). La etapa aguda se genera unos
cuantos días o semanas después de que el agente etiológico ingresa al
organismo, nuevamente el tiempo que se registra para cualquier enfermedad es un
promedio con una variabilidad continua de corte darwiniano.
Esta
etapa aguda se caracteriza por una mezcla de síntomas creados por el agente
etiológico y otros causados por el cuerpo humano. Los síntomas intrínsecos generalmente no son
específicos y no permiten un diagnóstico, todos los hemos sentidos y los llamamos
comúnmente como gripa. Muchas enfermedades virales, bacterianas o causadas por
protozoos pueden desencadenar los síntomas inespecíficos de la gripa y nosotros
los pasaremos de largo como una simple gripa. En casos raros mezclados con los
síntomas inespecíficos pueden presentarse los síntomas propios de la enfermedad
como en el caso de la varicela, el sarampión o las paperas.
Una infección crónica es aquella serie de
síntomas que se dilatan en el tiempo afectando la calidad de vida del paciente
y pueden llegar a matarlo, ejemplos de este tipo de infecciones son la
tripanosomiasis o el coctel de enfermedades generados por el VIH (Soler,
2012). Las infecciones crónicas
requieren dos requisitos, el primero es que el paciente sobreviva a la etapa
aguda y la segunda que el agente etiológico logre acostumbrarse al sistema
inmune de su anfitrión y logre entablar un estado semicomensal/semiparasítico,
es decir que, al vivir en el cuerpo, aunque debilite a su anfitrión no lo mate.
Las
infecciones crónicas tienden a tener síntomas más específicos y son muy
difíciles de tratar, ya que sus síntomas generalmente se manifiestan cuando ya
se ha realizado un daño muy fuerte a los tejidos del hospedero, el ejemplo
típico es la fase neuronal de la sífilis que puede acarrear locura. Aunque el
paciente se cure de las espiroquetas, su sistema nervioso no se recuperará
nunca.
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