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El sistema reproductivo femenino posee dos componentes principales, los ovarios que se encargan de producir el gameto femenino maduro denominado óvulo y segrega varias hormonas como las progestinas, los andrógenos y los estrógenos. El segundo componente del sistema reproductor femenino es un sistema de ductos que transportan al óvulo, siendo el lugar de unión del óvulo con el espermatozoide, y la zona por donde los espermatozoides deben viajas desde que son depositados en la vagina en el coito.
Figura 39. Sistema reproductor
femenino. En este modelo se
presentan los detalles del sistema reproductor femenino (YouTube)(YouTube).
La morfología y
funcionalidad de estas estructuras cambian de forma asociada al ciclo menstrual
ya que están influenciadas por las hormonas reproductivas. El sistema
reproductor femenino está compuesto por la vagina, el útero, los tubos de
Falopio, la cérvix y los ovarios.
Los ovarios se
encuentran en la sección pélvica de la cavidad abdominal de forma especular, es
decir, hay dos ovarios uno a la derecha y el otro a la izquierda, cada uno
siendo el reflejo del otro. Los ovarios se encuentran anclados en su posición a
través de una serie de ligamentos. En el adulto, el ovario puede pesar entre 8
y 12 gramos y consiste en una corteza externa y una medula interna, sin una
demarcación clara. El córtex contiene los ovocitos encerrados en folículos
ováricos de varios tamaños, el cuerpo lúteo, el cuerpo albicante, y las células
del estroma. La médula contiene tejido conectivo e intersticial. Una serie de
vasos sanguíneos, linfáticos y nervios ingresan a la médula del ovario a través
del hilus.
También conocido
como oviducto o trompas de Falopio, es la estructura que se encarga de recibir
el óvulo cuando este es liberado por el ovario y proveen un ambiente adecuado
para la formación y desarrollo del embrión desde el cigoto hasta el blastocito.
Los oviductos tienen un largo de 10 a 15 centímetros de largo y se dividen en
tres regiones secuencias denominadas infundíbulo, ámpula e istmo. El
infundíbulo se encuentra adyacente al ovario y se abren hacia la región del
peritoneo.
Los ovarios no
están conectados a las trompas de Falopio mecánicamente de manera continua, en
su lugar hay una abertura que da al peritoneo, lo cual crea el riesgo de que un
embrión sea liberado de forma externa. Normalmente las trompas de Falopio y sus
fimbrias se proyectan hacia el ovario para capturar el óvulo liberado. Si un
óvulo que ha escapado a la trompa de Falopio es fecundado por espermatozoides
pueden conllevar a una condición patológica muy peligrosa conocida como
embarazo ectópico, en la cual el embrión y el feto se desarrolla fuera del útero.
De hecho, existe una amplia variedad de embarazos ectópicos, el que acabamos de describir es en el embarazo ectópico abdominal o del peritoneo, sin embargo, un embrión puede implantarse en otras regiones del sistema reproductivo: ovarios, infundibular, ampular, intersticial, y cervical.
Figura 40. Estructura y función de
los ovarios. En este modelo del ovario se muestra el desarrollo de los
folículos primordiales pasando por la ovulación y la generación del cuerpo
lúteo. Los óvulos se desarrollan al interior de los folículos, y cuando el
folículo pierde su óvulo en la ovulación pasa a llamarse cuerpo lúteo.
Las puntas de las
trompas de Falopio tienen una estructura en forma de trompeta con unas terminaciones
en forma de dedos denominadas fimbrias, su función es la de facilitar la
captura del embrión liberado por el ovario al momento de la ruptura folicular.
La ámpula es la
región de la fertilización, posee una capa muscular muy delgada y una capa muy
bien desarrollada de mucosa.
El istmo se localiza en la unión con el útero y posee un lumen muy estrecho rodeado por músculo liso. Su estructura es semejante a un esfínter y puede obstruir el paso de los espermatozoides.
Figura 41. Trompas de Falopio y estructuras asociadas.
Figura 42. Embarazos ectópicos.
Las trompas de
Falopio transportan las células reproductivas en dos direcciones. Los
espermatozoides deben viajar desde el útero en dirección de los ovarios guiados
por hormonas liberadas por el óvulo maduro. En la dirección opuesta, el embrión
fecundado avanza hacia el útero, al mismo tiempo pasa por las etapas de cigoto,
clivajes, mórula y blastocito, momento en el cual sale de la trompa de Falopio
y llega al útero. El movimiento
de las células a través de las trompas de Falopio se encuentra mediado por
contracciones peristálticas de musculo liso, movimientos ciliares y secreción
de fluidos, todas las cuales se encuentra reguladas por hormonas y
neurotransmisores.
El útero se
encuentra ubicado entre la vejiga urinaria y el recto. En la parte superior se
encuentra ubicadas las conexiones a cada una de las trompas de Falopio. Hacia
la parte inferior el útero se cierra hacia una estructura denominada cérvix. El
útero está compuesto por dos tipos de tejido:
(1) La parte externa se denomina miometrio, y
está compuesto por varias capas de músculo liso contráctil capaz de realizar
movimientos peristálticos. La parte interna de denomina endometrio, el cual
posee una capa de estroma profundo cerca al miometrio y una capa superficial de
células epiteliales.
(2) El estroma es permeado por arterias en
espiral y contiene gran cantidad de tejido conectivo. Las glándulas uterinas
que también penetran en el estroma se encuentran delimitadas con células
secretoras en colma las cuales interrumpen en la capa epitelial.
La cérvix es una
estructura en forma de cuello, también denominada cuello uterino, se trata de
un estrecho canal muscular que conecta la vagina con el cuerpo de útero. Posee
la capacidad de dilatarse en respuesta a señales hormonales en el momento de
expulsión del feto. La cerviz posee numerosas glándulas con un epitelio
columnar que produce mucosa bajo el control del estradiol. A mayor actividad
folicular durante el ciclo menstrual la cantidad de estradiol se incrementa, y
en consecuencia la mucosa cervical cambia su densidad, desde un material muy
denso y casi seco, hasta una sustancia acuosa y difusa. La cérvix sirve como
una barrera para los espermatozoides. Al inicio del ciclo menstrual la cérvix
está cerrada y seca, lo cual disminuye la probabilidad de supervivencia de los
espermatozoides. Simultáneamente las hormonas en esta etapa del ciclo menstrual
inducen un bajo deseo sexual por parte de la mujer. Una vez que se alcanzan los
picos de hormonas sexuales, la cérvix se expande y libera mucosa que favorece
la supervivencia de los espermatozoides, simultáneamente el comportamiento de
la mujer cambia presentando un mayor deseo sexual.
La vagina es una
estructura muy bien irrigada por el sistema circulatorio. Se encuentra
demarcada por varias capas de epitelio que cambia histológicamente durante el
ciclo menstrual. Cuando los niveles de estradiol son bajos como durante la
etapa prepubertal y postmenopausica, el epitelio vaginal es duro y las
secreciones son escasas, resultando en una textura seca, anterior conlleva a
una alta susceptibilidad a las infecciones. El estradiol favorece la
proliferación y cornificación del epitelio vaginal, mientras que la
progesterona se opone a estas acciones induciendo la proliferación de
leucocitos polimorfonucleares en los fluidos vaginales disminuyendo la
probabilidad de infecciones. El estradiol también activa las glándulas vaginales
produciendo fluidos lubricantes durante el coito.
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