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vivos)( Enfermedades reproductivas) (Introducción)(Generalidades)(Introducción
al VIH)(Etapas
de la infección por VIH)(Virus
oportunistas)(Bacterias
oportunistas)(Protistos
oportunistas)(Hongos
oportunistas)(Otros
síntomas del SIDA)(Transmisión
y contagio)(SIDA
infantil)(Taxonomía)(Genética)(Como
ingresa el VIH al cuerpo, tropismo)(Respuesta
inmune)(Ciclo
de vida del VIH)(Diversidad
y adaptabilidad del VIH)(Diagnostico)(Efecto
del VIH en el sistema inmune)(Prevención,
tratamiento y epidemiología del VIH)(Descubrimiento
del VIH y el SIDA)(VIH,
historia y sociedad)(Controversias
sociales y negacionismo del VIH y el SIDA)(Algunas
infecciones de transmisión sexual)(Desordenes
reproductivos masculinos)(Desordenes
reproductivos femeninos)(Referencias
bibliográficas)
Durante finales de los 80s y principios de los 90s no toda la comunidad científica estuvo de acuerdo con la asociación entre el VIH y el SIDA –y claramente la controversia entre los grupos francés y norteamericano no ayudó para nada – el origen de esta controversia se data desde 1987 (Duesberg, 1987). Peter Duesberg fue el primero en cuestionar los resultados de Gallo en el año de 1987 siendo concomitante con las primeras campañas de prevención y con los primeros ensayos clínicos del AZT. En 1989 Duesberg ejerció su influencia para publicar sin revisión por pares gracias a ser miembro de la Academia Nacional de Ciencias (Duesberg, 1987). En este artículo Duesberg establece las raíces de los argumentos de los negacionistas del VIH/SIDA. Lo irónico del asunto es que es el bando del negacionismo quien claramente hace uso de su influencia para publicar sin un debate de pares. El editor de la revista tuvo que obedecer aun cuando estaba en contra de Duesberg.
Para
Duesberg el VIH es un virus oportunista más que es inocuo, mientras que las
verdaderas causas del SIDA son conductas de riesgo como la drogadicción, la
promiscuidad y los mismos fármacos. Es muy evidente a estas alturas que los
antirretrovirales no pueden causar el SIDA, el primero fue desarrollado para
uso comercial hasta 1987 mientras que el SIDA estaba ya circulando en occidente
desde 1969 (Duesberg,
1987). Dicha afirmación creó una
guerra de flamas al mejor estilo de un blog de internet con afirmaciones y
respuestas consecutivas (Blattner,
Gallo, & Temin, 1988; Duesberg, 1988; Kalichman, Eaton, & Cherry, 2010;
Weiss & Jaffe, 1990)
Por
otro lado, para poner a prueba la hipótesis de Duesberg se realizaron estudios
con poblaciones de homosexuales con conductas de riesgo (Ascher,
Sheppard, Winkelstein, & Vittinghoff, 1993). Un grupo eran infectados
recientes con VIH mientras que el otro era de individuos seronegativos. Los
resultados del experimento demostraron que la disminución de los linfocitos
CD4+ y el ataque de las infecciones oportunistas se asociaron años después de
forma exclusiva a los individuos catalogados como serpositivos (Chao
et al., 2008; Schechter et al., 1993).
Otros
estudios llevados a cabo en un muestreo de 8000 individuos mostraron que la
serpositividad era el único factor estadísticamente significativo asociado a un
desarrollo de etapa de SIDA. Estos estudios se han venido realizando desde 1993
hasta 2008, lo cual implica que las hipótesis de los disidentes del VIH/SIDA
son tomadas en cuenta para la investigación científica (Chao
et al., 2008; Schechter et al., 1993).
A
medida que las pruebas epidemiológicas iniciaban –y eran lentas debido a la
etapa de latencia –los argumentos en contra del VIH/SIDA iban y venían, otro de
los principales científicos que trabajan en el tema llamado Robert
Root-Bernstein publicó su opinión escéptica en 1990, sin embargo, allí el
cuestionó también a los negacioncitas fuertes.
Sin
embargo, las dudas de Root-Bernstein para la época aunque válidas no fueron
fijas, las investigaciones sobre el VIH se hicieron cada vez más numerosas.
Para 2011 el profesor Root-Bernstein había ya cambiado su opinión completamente
(Lederer,
2005). Y aunque sigue afirmando que
para el desarrollo del SIDA a partir del VIH hay otros cofactores importantes
–lo cual es bastante cierto –por lo menos acepta que sin infección del VIH no
puede haber desarrollo del SIDA. Otros autores como Joseph Sonnabend (Cohen,
1994) que fue bastante crítico con la
correlación VIH/SIDA en la década de los noventa, han cambiado radicalmente su
punto de vista a la luz de las nuevas investigaciones (Rjabtsev,
2016).
“Algunos individuos piensan que el VIH no
tiene ninguna relación con el SIDA y me implican a mí en sus referencias y en
sus páginas web. Antes de que el VIH fuera descubierto y su asociación con el
SIDA establecida yo mantuve la postura apropiada para el momento de que dicha
asociación no era conocida. He empleado en cientos de pacientes con SIDA los
antirretrovirales y no tengo dudas de que el VIH juega un rol necesario en esta
enfermedad”.
Como lo
menciona Joseph Sonnabend uno de los aspectos que parecen haber eliminado las
dudas sobre el vínculo del VIH y el SIDA fue la introducción del TARGA a
mediados de la década de los 90s. Antes de ello, uno de los principales
argumentos de los negacionistas fue que la descripción del VIH no había
conllevado al desarrollo de ninguna terapia realmente efectiva, a tal punto de
acusar al AZT de ser una de las causas de los síntomas de la etapa de SIDA.
Lo
anterior es completamente válido, sin embargo, con el ingreso de las terapias
TARGA a mediados de los 90s esto cambió, al eliminar de forma prolongada el
efecto del VIH en la sangre, los síntomas de la etapa de SIDA pudieron
revertirse a una etapa semejante a la latencia, demostrando que es la alta
actividad del VIH la que favorece el ataque de las infecciones oportunistas. El
problema es que el resolver los factores científicos nunca resolvió las
controversias sociales.
Tal vez
la palabra aquí es evadir los argumentos de falsas autoridades “argumentum ad verencundiam”. El consenso científico sobre
el VIH ha sido alcanzado al nivel de expertos de han dedicado sus vidas a
investigar de forma específica el VIH, sin embargo, un consenso nunca implica
una unanimidad o tampoco ser una verdad.
Los consensos científicos son afirmaciones metodológicamente útiles, y
esta utilidad fue la que impidió alcanzarlo seriamente antes de la introducción
del TARGA. Antes de eso el consenso sobre el VIH/SIDA no había sido útil para
generar medicamentos o tratamientos.
En la
actualidad sin embargo la mejora de los tratamientos ha conllevado a un
consenso entre la comunidad científica, pero como sucede con otros campos como
la Teoría Sintética de la Evolución o el cambio climático, el consenso de la
comunidad científica no se traduce a un consenso social o que todos los
científicos tengan que estar de acuerdo de forma unánime. En este sentido
incluso científicos galardonados con el premio Nobel pueden ser señalables como
opinadores externos o falsas autoridades en el sentido de que no realizan
investigación directa en el campo del VIH/SIDA y por lo tanto su opinión es tan
válida como la de un físico o un ingeniero mecánico.
El
negacionismo del VIH/SIDA es extremadamente heterogéneo y puede clasificarse
como:
1-
Negadores de la existencia del VIH.
2-
Negadores de la patogenicidad del VIH.
3-
Teóricos de la conspiración militar.
La
mayoría sostiene que la etapa de SIDA es muy real, pero es un diagnóstico
causado por otros agentes etiológicos. En este sentido emplean bibliografía de
los años 90s acusando al estilo de vida y los fármacos como causantes del SIDA
a pesar de que estudios epidemiológicos refutaron tales afirmaciones a lo largo
de las décadas de los 90s y del 2000 (Chigwedere
& Essex, 2010; Fourie & Meyer, 2016; Kalichman, 2014, 2015; Kalichman
et al., 2010).
Algunos
grupos se basan los argumentos de falsa autoridad como el grupo de Perth, en
este sentido se trata de trabajadores médicos que no realizan su trabajo en las
áreas del SIDA, y tampoco realizan investigación sobre el tema. Sin embargo
logran promoverse a sí mismos como expertos en el tema, al punto de influir en
las políticas de países completos como el caso de Sudáfrica (Chigwedere
& Essex, 2010; Fourie & Meyer, 2016; Kalichman, 2014, 2015; Kalichman
et al., 2010).
Con la introducción del TARGA y la mejora de los tratamientos contra el VIH, los objetivos de los negacionistas han pasado a un público menos especializado y se encuentran diseminados especialmente en el internet. Este tipo de negacionismo es extremadamente peligroso, por ejemplo, la influencia que realizó el grupo de Perth en la política sudafricana conllevó a unas 330.000 muertes por complicaciones en etapa de SIDA (Chigwedere & Essex, 2010; Fourie & Meyer, 2016; Kalichman, 2014, 2015; Kalichman et al., 2010).
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