(Ciencias de Joseleg)(Biología)(Reproducción en los seres vivos)(Reproducción humana)(Introducción)(Historia de vida humana)(Introducción al sistema reproductor)(Regulación hormonal masculina)(Fisiología del sistema reproductor masculino)(Testosterona, masculinidad y reproducción)(La espermatogénesis humana)(Regulación hormonal femenina)(Anatomía del sistema reproductor femenino)(Los estrógenos, la feminidad y la reproducción)(La ovogénesis)(La ovulación y el cuerpo lúteo)(El ciclo menstrual)(El coito efectivo y el viaje de los espermatozoides)(De la fecundación a la implantación)(Gastrulación y formación de los discos embrionarios)(Los sacos embrionarios)(Destinos del disco trilaminar)(Gemelos y las membranas fetales)(Desarrollo fetal y embarazo)(Referencias bibliográficas)(Versión documento word)
Continuamos con las convenciones para los ciclos de vida. Recordemos pues que el escudo y la lanza de Ares (♂) representa al macho diploide (2n) y al macho haploide (n), mientras que el espejo de Afrodita (♀) representa a la hembra diploide (2n) y a la hembra haploide (n). El ciclo de vida de los seres humanos es representativo de los mamíferos, las aves y muchos otros vertebrados. En este sentido tenemos una hembra adulta (1) y un macho adulto (2) los cuales son reconocidos como tales en términos biológicos no por su edad como tal sino por el hecho de poder reproducirse.
Figura 1. El ciclo de vida humano.
La ovogénesis en la mujer (3) inicia aproximadamente a los
12 años con variaciones propias de la alimentación y la variabilidad humana,
sin embargo puede pasar aproximadamente un año más después de la menarquia para
que el ciclo menstrual produzca óvulos fértiles (4). Sin embargo algunos
estudios señalan que algunos tipos de alimentación pueden disminuir la edad
mínima reproductiva (Carel & Leger, 2008; Den Hond & Schoeters, 2006; Mostafa, 2016). En el caso de los hombres
(5) la situación es algo semejante pero con un poco más de retraso, las
primeras eyaculaciones pueden presentarse entre los 13 a 14 años, sin embargo
no contendrán espermatozoides fértiles (6) hasta que se acerquen a los 15 años.
La fecundación humana (7) es interna, por lo cual el macho
debe emplear el pene para introducir los espermatozoides en la vagina de la
hembra, proceso denominado coito y que es sujeto de gran cantidad de rituales
dependiendo de la cultura, el lugar e incluso la edad. Se considera que un
coito efectivo es aquel que libera espermatozoides capaces de fertilizar un
óvulo. Hay que destacar que el óvulo se encuentra en una meiosis incompleta al
momento en que se une con un espermatozoide, y allí cuando es fecundado la
meiosis termina y da inicio al periodo del embrión (8) que va desde la
fecundación hasta el segundo mes de embarazo. Una vez que el embrión ha desarrollado
el primordio del sistema nervioso central y ha sellado su vientre da inicio la
etapa fetal (9) que durará aproximadamente 9 meses. El Feto (10) es básicamente
el mismo en apariencia, pues la mayoría de los primordios de los órganos se han
desarrollado en la etapa embrionaria, por lo que sus dos características
importantes son crecer y madurar.
El parto (11) es un momento peligroso para las mujeres y
para los fetos, si el feto es inmaduro no podrá respirar por inmadurez
pulmonar, pero si es demasiado viejo cuya cabeza puede matar a la madre al
someterla a un sangrado vaginal o del cuello uterino demasiado grande (Berge, Orban-Segebarth, & Schmid, 1984; Franciscus, 2009; Trevathan,
1988, 2011).
Se dice que 1 de cada 150 mujeres que da a luz sin apoyo médico muere durante
la labor del parto (Slattery & Morrison, 2002; Smith, 2007), por lo que nuestra especie
ha evolucionado para rodear a las madres y apoyarlas durante el parto y la
primera infancia de los bebes (12, 13) ya que estos, a diferencia de otros
mamíferos, no pueden cuidarse por sí mismos (Boyd & Silk, 2014; Gray & Anderson, 2010; Hawkes, 2003). A parte de los caracteres
sexuales primarios, no existen mayores diferencias entre los bebes masculinos
(12) y femeninos (13) (Geary, 1998).
Una vez en el mundo exterior los bebes crecen rápidamente gracias a una intensa
mitosis. Sin embargo, al llegar a los 4 años el crecimiento se ralentiza
abruptamente dando pie a una etapa larga de inmadurez que es casi exclusiva del
ser humano llamada niñez (14, 15). Este periodo es importante, pues aunque hay
un desarrollo lento en la parte externa, y los caracteres sexuales secundarios
siguen sin aparecer, es el cerebro el que se desarrolla más intensamente, en
efecto la niñéz es una adaptación humana empleada para el aprendizaje, y
desarrollo de la inteligencia (Bogin, 1990, 1997; Del Giudice, 2014; Flinn & Ward, 2005). La diferenciación sexual en
la etapa de infancia y niñez o inmadurez humana (14, 15) es cultural y no
biológica. Cuando se aproxima el fin de la etapa de niñez, las niñas reinician
la mitosis de crecimiento (16) antes que los niños, por lo que es común que
ellas sean más altas y fuertes que los niños de la misma edad por algunos años,
aproximadamente de los 12-13 años. Los niños reinician su mitosis de
crecimiento (16) más o menos a los 14 con un pico más marcado (Gluckman & Hanson, 2006; Grumbach, 2002; Traggiai & Stanhope,
2003).
De esta forma se completa el ciclo (1, 2), con los cuerpos
de la hembra y el macho biológicamente fértiles. La tendencia en la especie
humana es que el cuerpo del macho adulto sea levemente más grande que el de la
hembra y tenga un tono de piel levemente más oscuro (Geary, 1998).
Sin embargo otra diferencia con otros mamíferos a parte de la etapa de niñez es
la etapa de vejez, especialmente en las mujeres, pero en los hombres también es
común asumiendo que el corazón no falle, y es la etapa de la vejez tardía (Hawkes, 2003).
Una vez se ha pasado la edad relativa de paternidad/maternidad directa cerca de
los 50 años es posible que los adultos mayores de edad aumenten la aptitud
darwiniana de individuos de segunda generaciones “nietos” o tercera generación
“biznietos” mediante la transferencia de la experiencia y la cultura. La vejez
es parte del fenotipo humano aumentando el desempeño de los grupos humanos (Hawkes, 2003).
Las transiciones de una fase de la historia de la vida a la
siguiente tienen una plasticidad adaptativa inherente en su tiempo. Los humanos
evolucionaron para resistir las crisis energéticas al disminuir el tamaño de su
cuerpo, y las adaptaciones evolutivas a corto plazo a las crisis energéticas
utilizan una plasticidad que modifica el tiempo de transición de
·
la infancia
“etapa de bebe” a
·
la niñez
“juegos y aprendizaje”, que culmina en estatura baja en tiempos de crisis
energética.
·
La transición a la juventud “pre-adolesencia o edad escolar” es parte de una
estrategia de conversión de un período de total dependencia de la familia y la
tribu para la provisión y seguridad al autoabastecimiento, y se proporciona un
grado de plasticidad adaptativa y determina la composición corporal.
·
La transición a la adolescencia implica la plasticidad en la adaptación a los recursos
energéticos, otras señales ambientales y las necesidades sociales del
adolescente en maduración para determinar la duración de la vida y el período
de fecundidad y fertilidad.
Cuando se compara el crecimiento de un niño humano con el de un gato, o incluso el de los grandes simios, la diferencia de patrón es obvia (Figura 2). El patrón cóncavo (inicialmente lento y acelerado) de los mamíferos no humanos durante su crecimiento temprano es sorprendentemente diferente del crecimiento humano convexo (inicialmente rápido), seguido por un patrón de crecimiento lineal. Esto es producido por la desaceleración única del crecimiento infantil humano y la etapa de niñez casi lineal (Bogin, 1999; Hochberg, 2011).
Figura 2. El patrón único de crecimiento humano. El patrón de altura del ser humano (H) se compara con el peso del
gato (F - felino, línea delgada) y el peso del gorila (G - línea de puntos). El
patrón cóncavo del crecimiento infantil acelerado de los gatos y los monos
contrasta con el patrón convexo de desaceleración del crecimiento infantil en
los humanos. Tenga en cuenta también la aceleración del crecimiento enérgico
humano único durante la adolescencia humana.
Mientras que varios procesos de crecimiento humano son
idénticos a los que se encuentran en el reino de los animales, la historia de
vida de los homínidos es marcadamente diferentes (Figura 3).
Los seres humanos nacen inmaduros, indefensos, tienen un período de infancia
relativamente corto y son la única especie que tiene una niñez: un intervalo
biológico y de comportamiento distinto y estable en el crecimiento entre la
infancia y el período juvenil que sigue. También somos la única especie en
tener una verdadera adolescencia como un período dedicado a la pubertad y al
crecimiento acelerado (Bogin, 1999; Hochberg, 2011).
La transición de una etapa de la historia de la vida a la siguiente requiere un mecanismo de cambio para el inicio de esta última, y estos cambios hablan el lenguaje de las hormonas, sexuales (Bogin, 1999; Hochberg, 2011).
Figura 3. La evolución de la historia de vida de los homínidos durante los primeros 20 años de vida. El tiempo de existencia se indica a continuación (kya, hace miles de años; mya, hace millones de años) y la longevidad anterior. Durante la evolución de los homínidos, la infancia y la adolescencia se agregaron como nuevas etapas en la historia de la vida en comparación con los simios y aparece temprano en el homínido Australopithecus afarensis. A medida que la niñez emergió y se prolongó, la infancia se fue reduciendo gradualmente, y la adolescencia más reciente se produjo a expensas de una infancia más corta.
Figura 4. Reconstrucción paeloartística de Australopithecus afarensis.
Obsérvese el aumento de las hormonas sexuales en la primera
infancia, la llamada "mini-pubertad", que será seguida por una
infancia que se caracteriza por la inactividad de las hormonas sexuales.
Durante la siguiente etapa juvenil aparecen anrógenos suprarrenales, y la
adolescencia se asocia con un aumento de las gonadotropinas y hormonas sexuales
gonadales, que se manifiesta como pubertad. Las hormonas son las que transducen
la información ambiental para regular las transiciones entre las etapas de la
historia de la vida.1 De hecho, la mayoría de las hormonas tienen efectos
pleiotrópicos y a menudo antagónicos en una variedad de características
conductuales, fisiológicas y morfológicas (Bogin, 1999; Hochberg, 2011).
Múltiples mecanismos hormonales han evolucionado para
activar rasgos de comportamiento y fisiológicos en el momento adecuado y en el
contexto correcto. Cuando los rasgos se expresan a lo largo de la historia de
la vida, las hormonas también pueden potencialmente desactivarlos por períodos
cortos (Bogin, 1999; Hochberg, 2011).
La teoría evolutiva de la historia de la vida busca
comprender los factores que producen variaciones en las etapas de la vida de
los organismos que se encuentran tanto entre especies como dentro de ellas. En
el caso de los homínidos, la teoría de la historia de vida es un intento
holístico de integrar todos los campos de la biología a nivel molecular,
celular y del organismo con las ciencias sociales, la antropología, la biología
evolutiva y la psicología, y más recientemente también la medicina clínica.
Usando un enfoque de historia de vida, consideramos las formas en que la
evolución ha trabajado en estas etapas de la vida para producir las
adaptaciones de la forma de vida de una sociedad a su entorno. Esto se entiende
mejor en el contexto de los fundamentos biológicos y las expresiones culturales
como una solución a un problema ecológico planteado por el medio ambiente y
sujeto a restricciones intrínsecas a los seres humanos. Dos supuestos
esenciales de la teoría de la historia de vida son que
·
hay medidas establecidas de aptitud física (una
combinación de supervivencia y tasa reproductiva: los individuos con mayor aptitud
física propagan más genes a las generaciones futuras) que son maximizados por
la selección natural, y
·
estos son a menudo compensaciones entre rasgos
que limitan el potencial de adaptación de una población simultáneamente o en un
momento posterior.
Por lo tanto, las especies que maximizan los rasgos de la
historia de vida, como la fertilidad, por lo general no pueden maximizar
simultáneamente la supervivencia. En el dominio de crecimiento, las especies
que maximizan el tamaño de la descendencia “estrategia
Figura 5. Cambios en los niveles de hormonas sexuales
durante los primeros 20 años de la historia de la vida humana. Las etapas de la historia de vida de niños y niñas (panel
superior) pueden definirse por los niveles de hormonas sexuales (panel
inferior). Tenga en cuenta el aumento de las hormonas sexuales en la primera
infancia, la llamada "mini-pubertad". La infancia se caracteriza por
la quiescencia de las hormonas sexuales, seguida por un aumento juvenil de los
andrógenos suprarrenales y el aumento de los adolescentes en la gonadotropina y
las hormonas sexuales gonadales, que se manifiesta como pubertad.
El embarazo y la reproducción son fenómenos de suma
importancia en la vida de cualquier ser humano, pero su significado ha cambiado
con el curso de las épocas. Las sociedades preindustriales ya fueran agrícolas
o nómadas debían afrontar modos de vida muy pesados, grandes cantidades de esfuerzo
y un cuidado médico poco más que mítico, hacía que la expectativa de vida no
superara los 30 años para las clases trabajadoras, y no es que ya fueras viejo
a los 30, es que la mayoría moría en la infancia, los supervivientes que
lograban la adultez tenían una expectativa de vida mayor que 30. En este
contexto, los índices de mortalidad infantil eran extremadamente altos, lo cual
hacía que para una sociedad maximizar la cantidad de descendientes producidos
fuera la única opción de supervivencia (Caldwell & Caldwell,
2005; R. A. LeVine, 1988; S. LeVine & LeVine, 1985; May & Heer, 1968).
En sociedades donde la selección natural opera a diestra y
siniestra la única opción era producir la mayor cantidad de descendientes para
que de este modo algún sobreviviente pudiera heredar los bienes de la familia.
En esta época el embarazo y la gestación se asociaron a procesos cíclicos y
productivos como la agricultura y los ciclos lunares. La luna se asocia a la
mujer debido a que en zonas donde no hay luz artificial las mujeres tienen la
tendencia a sincronizar sus ciclos menstruales con los ciclos lunares; mientras
que la asociación con la tierra se da debido a la productividad de personas o
de alimentos (Fildes, 2013; Helle, Lummaa, & Jokela, 2002; Pettay, Helle, Jokela,
& Lummaa, 2007).
En estas sociedades preindustriales el concepto de no tener descendientes o de no desearlos sería un suicidio para el bienestar de la familia y de la sociedad ya que no habría nadie que heredara los bienes de la familia y del padre. Este fenómeno puede notarse especialmente en las familias reales donde la baja natalidad provocaba que los linajes reales se cortaran en cierto punto, lo cual provocaba guerras y caos como en el caso de los Ptolomeos de Egipto (Parca, 2013). De allí que el acto de detener intencionalmente un embarazo fuera percibido de manera negativa en los códices morales y religiosos como la Biblia judeo-cristiana (McKeown, 2014; Mdaka, 1997).
Figura 6. Tasas de nacimiento,
muerte, y crecimiento poblacional en sociedades primitivas a sociedades postmodernas. En azul el tamaño de la población, en morado tasa de nacimientos y
rojo tasa de muerte. Cuatro etapas, preindustrial, se caracteriza por alta tasa
de nacimiento y muerte; transición por una disminución de las muertes y un
mantenimiento de los nacimientos, lo cual dispara la población de forma
exponencial. Industrial, una población alta y una disminución de la muerte y
los nacimientos con un mantenimiento de la población. Postindustrial, una
disminución de la población por los bajos nacimientos.
En las sociedades industrializadas el embarazo es
problemático y por lo tanto los intentos de detener de manera intencional este
proceso son más comunes. Tener una mayor cantidad de hijos en el campo es útil
ya que hay lugar para que todos trabajen y entre mayor cantidad de brazos
mejor, pero en la ciudad las reglas cambian, una mayor cantidad de hijos
representan una mayor cantidad de gastos en un lugar donde no es posible
encontrar lugares para trabajar o que en el caso de sociedades contemporáneas,
las mismas leyes prohíben el trabajo de los descendientes hasta una etapa de
desarrollo muy tardía, y todo eso plantea problemas económicos y sociales (Chesnais, 1996; Lawson & Mace, 2010; Stulp & Barrett, 2016).
En las sociedades industrializadas el embarazo es
problemático y por lo tanto los intentos de detener de manera intencional este
proceso son más comunes. El problema surge en el sentido de que casi todas las
sociedades industriales poseen un código de valores heredado de sociedades
preindustriales, es decir, en una sociedad donde muchos embarazos no planeados
son un problema para el plan de vida de una mujer o de una familia se enfrenta
a una prohibición planteada por una sociedad con otros problemas para resolver.
De lo anterior se plantean dos caminos que pueden resultar antagónicos, es
decir representan las posturas más radicales dentro de un amplio espectro
posible de posturas. La primera es una conservación radical del código de
valores preindustrial con la prohibición tajante de los procesos de aborto. La
segunda plantearía como derecho y decisión de la mujer/familia detener su
embarazo siempre que esta lo crea pertinente (Chesnais, 1996; Lawson & Mace, 2010; Stulp & Barrett, 2016).
Hoy en día, está claro que el envejecimiento no es un
proceso de muerte programado, seleccionado positivamente, y no ha evolucionado
para "el bien de la especie". En cambio, el envejecimiento es una
característica de la vida que existe porque la selección es débil e ineficaz
para mantener la supervivencia, la reproducción y la reparación somática en la
vejez. Basándose en la observación de que la fuerza de selección disminuye en
función de la edad, se han formulado dos hipótesis principales para explicar por
qué los organismos envejecen y mueren (Fabian & Flatt, 2011):
·
la acumulación de mutaciones (MA) y
·
las hipótesis de pleiotropía antagónica (AP).
Bajo MA, el envejecimiento evoluciona porque la selección no
puede eliminar de manera eficiente las mutaciones perjudiciales que se
manifiestan solo al final de la vida una vez el individuo ya ha dejado
desendientes con sus mutaciones dañinas de edad avanzada (Fabian & Flatt, 2011).
Bajo AP, el envejecimiento evoluciona como un subproducto
mal adaptado de la selección para un mejor estado físico temprano en la vida,
con los efectos beneficiosos en la vida temprana que se acoplan genéticamente a
los efectos nocivos de la vida tardía que causan el envejecimiento (Fabian & Flatt, 2011).
El envejecimiento claramente acorta la vida útil, pero la
vida útil también se configura mediante la selección para un mayor número de
eventos reproductivos de por vida. La evolución de la vida útil es, por lo
tanto, un equilibrio entre los factores selectivos que extienden el período
reproductivo y los componentes de la mortalidad intrínseca que lo acortan. Si
existen organismos verdaderamente inmortales es controvertido, y la evidencia
reciente sugiere, de hecho, que el envejecimiento podría ser una propiedad
inevitable de toda la vida celular(Fabian & Flatt, 2011).
La pregunta real es, por qué si la vejez es tan molesta, durante
la historia de vida de un humano longevo ¿casi la mitad de su vida será
considerado viejo? En la naturaleza los animales viejos mueren casi
inmediatamente se dan la aparición de los primeros limitantes de sus
capacidades físicas máximas, los leones por ejemplo, solo rigen una manada de
hembras por dos a cuatro años antes de morir de viejos (Caspari & Lee, 2004).
Los adultos mayores desempeñaron un papel importante en la
dramática expansión de la civilización humana hace unos 30,000 años, según ha
demostrado un estudio del registro fósil humano. Rachel Caspari en la
Universidad de Michigan y Sang-Hee Lee en la Universidad de California en
Riverside estudiaron fósiles dentales pertenecientes a humanos primitivos y
especies prehumanas que datan de hace 3 millones de años. Ellos juzgaron la
edad de los especímenes al examinar el desgaste de los dientes y clasificaron
“viejo” como el doble de la edad de madurez sexual: aproximadamente 30 años.
Los fósiles examinados incluían los Australopitecinos, que vivieron hace tres
millones de años, el Homo erectus, un
ancestro más humano que surgió hace 1 millón de años, junto con los
neandertales y los humanos modernos más antiguos, que coexistieron hace unos
50,000 años. Caspari y Lee encontraron un aumento de cinco veces el número de
individuos que sobrevivieron a la vejez en el período Paleolítico Superior
Temprano, hace unos 30,000 años. Esto coincide con el crecimiento explosivo de
la población de humanos modernos y la propagación de artefactos arqueológicos
que sugieren el desarrollo de una organización social más compleja (Caspari & Lee, 2004).
Así pues, se puede concluir que, una vez que los limitantes físicos aparecen, los viejos en una sociedad humanoide son retirados de sus responsabilidades más demandantes, y quedan libres para realizar nuevas funciones, más relacionadas con la experiencia, la organización y la capacidad de guiar a los más jóvenes.
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